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LA EDAD Y LA PIEL

Disminución del grosor epidérmico y dérmico

Fisiológicamente, el envejecimiento intrínseco de la piel conduce a una disminución de la proliferación epidérmica, menos vasculatura dérmica, aplanamiento de la unión dérmico-epidérmica, disminución del grosor epidérmico y dérmico, menor contenido de colágeno y aumento de la producción de metaloproteinasas de la matriz.8,15 La producción de lípidos en la superficie disminuye significativamente con la edad en algunas áreas de la piel, lo que aumenta la incidencia de xerosis (piel seca), prurito e irritación de la piel en poblaciones de edad avanzada.15 La xerosis afecta entre el 55%-85% de las personas mayores de 60 años, y es la causa más frecuente de prurito en esta población.16

Susceptibilidad a las dermatosis asociadas a la edad: sequedad, arrugas e infecciones.

El cronoenvejecimiento resulta en mayor fragilidad cutánea, menor elasticidad y una mayor susceptibilidad a las dermatosis asociadas a la edad, como sequedad, arrugas e infecciones.8

La capacidad de la piel para curar lesiones disminuye constantemente con la edad, de hecho se considera un factor de riesgo importante para el desarrollo de heridas crónicas que no cicatrizan, fragilidad de la piel y se suele asociar con factores de riesgo de cicatrización crónicos (como la diabetes mellitus).8 Clínicamente, la piel envejecida cronológicamente parece delgada, seca y finamente arrugada.15

Una rutina de cuidado diario con una crema reparadora, mantiene la piel corporal humectada, le ayuda a renovarse y a reducir los efectos del tiempo.7,15